"Vamos a buscar un sitio tranquilo, y te voy a contar un cuento para que te duermas"






DIEZ CAMINOS PARA ENTRAR A LOS LIBROS DE IMÁGENES

1-El narrador mudo. Hay que cubrir el texto del libro antes de que sea leído, y ver o hacer ver con detenimiento las ilustraciones. Se trata de narrar el cuento únicamente a partir de lo que dicen las ilustraciones. Es importante hacer este ejercicio entre varios. Si la edad lo permite cada participante puede escribir el texto. Después se comparan. Si no, simplemente se cuentan. Aconsejamos no descartar ningún relato. Lo importante es ver cómo se sustenta cada uno.

2-El narrador ciego. Un ejercicio paralelo al anterior es narrar el texto sin dejar ver las ilustraciones y permitir que el niño (o el adulto) imagine sus propias ilustraciones y después compararlas. El objetivo es, por una parte, dejar que los niños (o adultos) desarrollen sus propias imágenes y, por la otra, comprendan que la visualización del ilustrador no es la única. Que es una lectura.

3-El relato corto. Una ilustración tiene un sinnúmero de elementos narrativos "congelados". El ejercicio consiste en tomar una ilustración y ver en ella qué elementos hay (la relación entre los personajes, la hora del día, el entorno, la época, etc.) y descongelarlos, es decir, imaginar o relatar qué pasaba antes o después.

4-El ilustrador travieso. Muchas veces el ilustrador aporta al libro elementos narrativos o simbólicos que no están en el texto y que pueden modificar incluso su sentido. Hay otros casos en los que la clave de la narración relatada en el texto se encuentra en elementos de la ilustración (p.e. En el desván de Oram y Kitamura, o Buenas noches Lola de Martha Alexander). A través de esta actividad se propone encontrar qué elementos se encuentran en las imágenes que no están en el texto.

5-Después del huracán. Se propone fotocopiar las ilustraciones del libro y mezclarlas (el niño o el adulto deberán observar cuidadosamente las ilustraciones y darles un orden. Después deben discutir por qué las pusieron en ese orden. Otra vez hacemos hincapié que no es importante si ese orden es idéntico al del libro; lo importante es que el ordenamiento tenga coherencia interior. Para ello el niño o el adulto deben observar los elementos narrativos de las ilustraciones.

6-Separar fracciones. Una estrategia interesante y divertida es mostrar sólo fragmentos de las ilustraciones y preguntar qué es o cuál es su lugar. Con esto se desarrolla la percepción por el detalle y se ejercita la comprensión de la lógica perceptiva de la imagen. Se pueden hacer variantes graciosas de esta estrategia (como poner de cabeza el fragmento) o tendientes a que se perciba la importancia de la composición colocando en espacios distintos un elemento de una ilustración.

7-Comparar versiones. Un ejercicio que puede ser muy revelador es comparar las versiones de diferentes ilustradores sobre un mismo cuento. Es difícil realizar esto con textos modernos, pero relativamente fácil con clásicos; de Alicia en el país de las maravillas hay más de 250 versiones de ilustración; de Pinocho otras tantas. Es un ejercicio que se puede hacer con niños pequeños y también con grandes lectores y adultos.

8-El detective. Uno de los trabajos más complicados de ilustrador es caracterizar a los personajes. Esta estrategia sugiere extraer sus imágenes antes de la lectura imaginar sus rasgos biográficos, quién es, cómo es su carácter, cuál es su extracción social y su oficio, de qué época y cultura proviene. Después comparar los resultados con las descripciones del texto. Se puede hacer a la inversa: escoger algunas frases que describan al personaje e imaginarlo o dibujarlo.

9-Mirar los ojos. Uno de los rasgos más determinantes en la ilustración es la mirada de los personajes, cómo se miran entre sí, cómo establecen o no contacto visual con nosotros. El ejercicio es observar con detenimiento la mirada. En sus pláticas, Genevieve Patte muestra cómo la manera en que los personajes se miran entre sí o nos miran es fundamental para sentir la calidez de un libro en blanco y negro, como muchos de Maurice Sendak, nos parezca más cercano que otros coloridos.

10-Y la historia continúa. Se propone a los lectores que la historia no termine donde acaba el libro y que ellos deben proponer el verdadero final con otra ilustración.

Espacios para la lectura, órgano de la Red de Animación a la Lectura del Fondo de Cultura Económica (año 1, núm. 1, 1995, p. 12)

LA VERDADERA ALICIA

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Esta pequeña traviesa y peleonera inspiró a Lewis Carrol para escribir "Alicia en el país de las maravillas"